Cada tanto (horas, días, años…) los sentimientos cambian, se incrementan unos en detrimento de otros. En el suceder de la vida, lo que se modifica es el Yo. El Yo avanza y retrocede según los ánimos. En la búsqueda de un yo definitivo, (¿existe?) me dirijo al deposito donde yacen las partes de mi ser, mis diferentes caracteres, mis variados matices. Allí encuentro lo que necesito para conformar mi nuevo y efímero Yo. Allí tengo yos usados y nuevos; yos que aprecio y yos que detesto; yos que ignoro. Allí recojo lo que siento que me ayudara avanzar un tramo más por el camino de la vida. No sé por cuanto tiempo me será de utilidad. No se cuando volveré a recurrir a mi deposito, ni tampoco se como se encontrara la próxima vez que acuda a él (mis yos se multiplican sin mi consentimiento, se nacen, se unen, se escinden). Pero hoy encontré lo que precisaba: la fuerza y el valor acompañados de la libertad. La sensación de pertenecer a la naturaleza o a una fuerza inexplicable que me conecta a una realidad superior y antes oculta. Hoy necesitaba coraje e instintos y lo pude encontrar en mi “deposito de Yos” sin mucho hurgar, pues ellos parecen saber a quiefn elegiré. En deinitiva, ellos son Yo y Yo soy ellos.
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